Descripción
Activo defensor de la división provincial durante la Dictadura de Primo de Rivera, monárquico y gentilhombre del Rey Alfonso XIII, proclamada la II República continuó su vocación política y se incorporó al equipo de su amigo y paisano Rafael Guerra del Río, ministro de Obras Públicas y destacado republicano radical, desempeñando un cargo de perfil más técnico que político como comisario del Estado en la Compañía de Ferrocarriles de la Zona Centro. Como a miles de personas de su generación, la tragedia en que acabó la II República dejó a Ignacio Díaz de Aguilar marcado para siempre.
Además de la pérdida de familiares y amigos de diversas orientaciones políticas, vivió el desmoronamiento de más de cincuenta años de actividad política, pues había nacido en el inicio de la Restauración y vencida la II República se acabó el marco liberal en el que siempre se había desenvuelto. La obra de Jorge Alberto Liria contribuye a reconstruir la historia política democrática de este país, todavía bastante inédita, pues no acaba de encontrar una solución a problemas que otras sociedades avanzadas y modernas como la nuestra resolvieron hace mucho tiempo.
Durante años, en nuestro país se ha denostado y descalificado la política, lo que ha generado enormes connotaciones negativas, pero gracias a esta obra podemos recordar a un exponente de grandes políticos de todas las corrientes, especialmente en estas Cortes de 1931.
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